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"100 AÑOS DE PALOMA"





CENTENARIO: Mi aportación personal.

Es mi deseo ir desgranando la educación recibida en la Institución Sindical Virgen de la Paloma, y sin ningún pudor, complejo o prejuicio, también constatar aquello que me sirvió y aquello, de lo cual me tuve que deseducar. En Paloma confluían tres fuerzas vencedores en la Guerra Civil: Los militares, la Iglesia y la Falange. Los militares propiciaron el golpe que derrocó la República. La Iglesia se implicó en el genocidio, bajo el manto de la Santa Cruzada de Liberación y la Falange era parte de la resultante hibrida, que Franco formo bajo el nombre de El Movimiento Nacional. Sendos colectivos deseaban lo mejor para nosotros, los alumnos, claro está, a su manera. En los siguiente “murales” plasmaré el aspecto de este diseño formativo.

La Formación Profesional era un diseño importado de Alemania, para transformar la España agrícola en un país industrial. El currículum era muy extenso y se impartía en edades comprendidas entre los 12 años y los 19. Nos podíamos incorporar desde niños venidos de la Escuela Nacional, o un poco mayores, procedentes del Bachiller Elemental. Todos salíamos en edad de trabajar como oficiales; habiendo eludido el penoso e ineficaz aprendizaje en los talleres y empresas. El nivel obtenido en las materias teóricas, nos capacitaron para saltar, previo curso de selectividad, a los estudios de Peritaje Industrial. Un compañero de mi promoción, David de la Iglesia Sopuerta, Hizo Peritaje Industrial de Aeronáuticos, y trabajó en el aeropuerto de Barajas. Mi trayectoria personal se desarrolló en una multinacional del Automóvil, y llegué a ser Cuadro de la compañía, exactamente, el mismo nivel que colegas venidos de carreras superiores de la Universidad.

La formación religiosa era la resultante del nacionalcatolicismo, impuesto en España. Yo fui uno de aquellos jóvenes que se creyeron todo lo que le contaban sobre la religión. El concepto culpa pudo más que mi razón. Los curas de la época pueden estar orgullosos de su obra de arte. No les culpo, era el resultado de haber ahogado la bocanada de oxígeno que impulsó la República. La castración que ellos mismos disfrutaban, me la trasmitieron a mí en forma de culpa. Manipularon mi adolescencia; frustrando mis derechos sensuales y sexuales. Y lejos de desarrollarme sexualmente, pretendían que fuera un hombre asexuado, un eunuco y fueron capaces de asfixiar con la culpa contraída, el desarrollo natural de un hombre libre. Una vez salí de Paloma, el mundo me hizo entender que, al menos en lo sexual no tenían razón. Y no tardé en discrepar de los principios eclesiásticos y comencé a trasgredir no pocos aspectos del adoctrinamiento clerical. Para la juventud española, el Concilio Vaticano II fue decisivo.

El Movimiento Nacional engendró el nacionalsindicalismo en su vertiente obrera, y el Vaticano II, supuso un alivio para nuestras inquietudes sociales. Surgieron los cristianos de base, los curas obreros y el enfrentamiento de algunos obispos con el Gobierno. Yo permanecí en estas filas hasta que descubrí que la religión no está para dar respuesta a los problemas del hombre. La religión no entiende de derechos, sólo de pecados y de mandatos divinos. Y me escoré totalmente hacia mi verdadera religión, la causa pública y los derechos humanos. De aquella Formación del Espíritu Nacional, por fortuna no me queda nada. No obstante, la experiencia vivida en el seno de una institución como Paloma, tan empapada del espíritu de los principios de Movimiento Nacional, me han servido para poder evaluar ahora, quiénes pretenden conservar aquel régimen a ultranza. Los jóvenes de entonces, ahora, sí sabemos discernir.

Y por último aquella Institución Sindical, denominada Virgen de la Paloma, como sus hermanas, Virgen de la Merced en Barcelona o Virgen del Pilar en Zaragoza, entre otras, que dependían de la Delegación Nacional de Sindicatos, implantaron un programa de formación de formas fascistas, pero de fondo eficaz y profesional. Hay que saber distinguir los aspectos positivos que tuvo la dictadura franquista. La perversión se produce cuando se proclaman esas “bondades” para justificar su nefasta existencia. Pero aquellos que defienden el franquismo y sus políticas, ahora se han convertido en negacioncitas de su existencia en todas sus expresiones. Una institución como Paloma que ha desarrollado su actividad, siendo testigo y protagonista de 100 años de la vida del pueblo español, debe celebrar su centenario por respeto y dignidad a las personas que hicieron posible su magna obra. Las actuales autoridades académicas, tienen la responsabilidad de administrar el activo y el pasivo, de los 100 de la vetusta institución. No están legitimados para borrar de un plumazo despótico y oportunista, el trabajo de investigación recogido en:

CENTENARIO DE LA PALOMA


Dehesa de la Villa, 1910-2010






Autores: Pilar Moltó y Jesús Manzano